El 11 de diciembre de 1987, el Centro Histórico de Puebla fue inscrito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, destacando su excepcional valor artístico y cultural. Este nombramiento no solo reconoce su arquitectura única, sino también el papel crucial de la cantera y la piedra en sus construcciones.
Pasear por Puebla es adentrarse en un museo al aire libre. Las edificaciones, esculpidas en cantera gris y rosa, narran siglos de historia. Ejemplo de ello es la Catedral de Puebla, una obra maestra barroca cuya monumentalidad y detalles escultóricos reflejan la maestría artesanal del México novohispano. No menos importante es la Capilla del Rosario, donde la cantera se combina con otros materiales para crear un espacio que deslumbra a los visitantes.
La elección de la cantera no fue fortuita. Este material, abundante en la región, era ideal para construir edificaciones duraderas que soportaran el paso del tiempo. Su textura y tonalidad permitieron a los artesanos crear relieves, columnas y fachadas que capturan la esencia del barroco mexicano, llenas de simbolismo y devoción.
A más de tres décadas de su declaración como Patrimonio de la Humanidad, el Centro Histórico de Puebla nos invita a valorar no solo su belleza, sino también el esfuerzo de quienes tallaron la piedra para dejar un legado eterno. Este reconocimiento es un recordatorio de la importancia de preservar nuestro patrimonio y de apreciar los tesoros culturales que nos definen como nación.
Te invitamos a reflexionar sobre la trascendencia de proteger estas joyas arquitectónicas y a compartir este artículo para que más personas descubran la riqueza que Puebla ofrece al mundo.