Cuando pensamos en “Pinocho”, quizás nuestra mente viaja a aquella entrañable película animada que marcó nuestra infancia. Sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre el verdadero arte detrás de esta historia: Geppetto no solo era un personaje, sino un símbolo del escultor por excelencia. Su trabajo consistió en tallar madera con precisión, darle forma tridimensional y, como si fuera poco, dotarla de color y alma. Geppetto representa al artista que transforma materiales simples en obras maestras, recordándonos que el arte puede ser tan cotidiano como sublime.
La escultura, una de las expresiones artísticas más antiguas de la humanidad, encuentra en Geppetto su mejor alegoría. Cada corte que daba a la madera, cada detalle minucioso que añadía, era un acto de creación. Pinocho, con su forma humana y carácter único, no solo nació de sus manos, sino también de su imaginación y deseo. Pero Geppetto no se limitó a esculpir; fue más allá al pintar cada detalle, convirtiendo a Pinocho en una pieza que parecía viva.
La próxima vez que mires una película animada, pregúntate: ¿qué otras capas artísticas esconden estas historias? Más allá del entretenimiento, el arte palpita en cada escena, en cada personaje y en cada historia que nos inspira. Geppetto nos recuerda que el arte está presente donde menos lo esperamos, invitándonos a mirar el mundo con ojos creativos y a valorar el talento detrás de cada obra.
El arte, como lo demuestra Geppetto, está en todas partes, incluso en las películas que marcaron nuestra infancia. Por eso, apoyemos a los artistas y sigamos compartiendo historias como esta, porque en cada rincón del mundo hay creatividad esperando ser descubierta.